Cómo Manejar el Flujo de Caja en tu Empresa 

Y pensar que todavía algunos creen que tener un negocio es simplemente abrir la puerta o crear un web y las redes sociales y esperar a que los clientes entren. Así nos va en el sector de los emprendedores, que cada día aumenta la tasa de empresas que acaban cerrando.

Según datos de la OCDE, el 70% de las empresas acabarán cerrando entre tres y cinco años después de su creación.

Emprender es un arte y una ciencia, especialmente cuando se trata de las finanzas.

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas empresas que facturan millones se declaran en bancarrota, mientras que otras, con ingresos modestos, prosperan durante décadas?

Una de las claves: gestión del flujo de caja.

Y hoy lo descubriremos a través de cómo manejar el flujo de caja en tu empresa.

Qué es el flujo de caja

El flujo de caja es el pulso financiero de tu empresa. Es la diferencia entre los ingresos que entran y los gastos que salen. Pero no confundas el flujo de caja con la facturación.

Ah, la eterna confusión. Puedes estar facturando millones, pero si tu flujo de caja es negativo… bueno, espero que tengas un buen colchón financiero o un banquero amigo.

Diferenciemos dos conceptos claves:

1.Flujo de facturación.

Representa el dinero que se espera recibir.

Es como una promesa. Tú vendes un producto o servicio y te prometen pagarte en 30, 60 o incluso 90 días. Eso es una factura pendiente de cobro.

2.Flujo de ingresos

Es el dinero real que ingresa a tu cuenta. La promesa se ha cumplido.

Aquí hay una pequeña ironía: puedes tener un montón de facturación, pero si esos pagos no se convierten en ingresos reales y a tiempo, podrías tener problemas serios. Es como tener un vaso lleno de agua, pero con un agujero en el fondo. Más aún cuando existe un desfase entre lo que debes pagar y el plazo en el que tu cobras.

 

¿Cómo mantenemos un flujo de caja saludable?

1.Planificación financiera.

Establece un presupuesto. Pronostica tus ingresos y gastos y ajústate a él.

Simplificando, que encajen tus pagos con el dinero que tienes en caja, no con el que tienes pendiente de cobro.

2.Fondo de emergencia

Reserva un porcentaje de tus ingresos para tiempos difíciles. La regla general es tener entre 3 a 6 meses de gastos operativos

3.Negocia términos con proveedores

Quizás puedas conseguir términos de pago más extensos con tus proveedores, mientras que reduces el plazo de cobro con tus clientes.

4.Herramientas financieras.

Invierte en software o servicios que te ayuden a monitorear tu flujo de caja en tiempo real.

Ratio de liquidez, solvencia y punto de equilibrio.

Para dar un paso más allá en tu comprensión financiera, es vital familiarizarse con conceptos como el ratio de liquidez, el ratio de solvencia y el punto de equilibrio. Estas son herramientas poderosas que te ayudarán a entender la salud financiera de tu negocio de un vistazo.

El ratio de liquidez evalúa la capacidad de una empresa para cubrir sus deudas a corto plazo.

El ratio de solvencia mide la capacidad de la empresa para cumplir con todas sus obligaciones financieras a largo plazo.

El punto de equilibrio indica el momento en que los ingresos cubren exactamente los gastos, sin ganancias ni pérdidas.

Estos indicadores ofrecen una instantánea de la estabilidad y sostenibilidad de un negocio en el mundo financiero.

Rentabilidad y Flujo de caja

Adentrándonos aún más en las profundidades de las finanzas empresariales, llegamos a dos términos que tienen diferencias significativas: Rentabilidad y Flujo de Caja.

Y, créeme, entender esta diferencia puede ser la línea entre el fracaso y el éxito de tu negocio.

Rentabilidad.

Es la capacidad de tu empresa para generar ganancias en relación con sus ventas, activos o capital. En otras palabras, muestra cuán efectivo es tu negocio al convertir las inversiones y las ventas en beneficios netos.

¿Has escuchado el dicho, «no es lo que ganas, sino lo que te queda»? Esa es la esencia de la rentabilidad. Si tu empresa factura un millón al año, pero tus gastos son de 990.000, tu rentabilidad es escasa.

Flujo de Caja.

Ya hemos hablado sobre él, pero es la diferencia entre el dinero que entra y sale. Puedes tener meses donde tu rentabilidad sea alta, pero si estás esperando esos pagos de facturas y tienes gastos inmediatos, podrías tener un flujo de caja negativo. Es decir, te estás «ahogando en dinero que aún no has cobrado».

Ahora, ¿por qué es esencial diferenciarlos?

Piensa en tu negocio como un coche de carrera. La rentabilidad es el potencial de velocidad de tu coche, cuánto puedes acelerar en condiciones perfectas. Pero el flujo de caja es el combustible que te permite moverte. Sin importar cuán rápido pueda ir tu coche, si no tienes gasolina, simplemente no avanzarás.

Entonces, mientras te concentras en incrementar tus ventas y reducir tus costos para ser más rentable, no descuides la gestión de tu flujo de caja para garantizar que siempre tengas el «combustible» necesario para operar.

Tips adicionales:

  1. Analiza constantemente: Establece revisiones periódicas de tus estados financieros. Mira más allá de las cifras y busca tendencias.
  2. Optimiza tus operaciones: No se trata solo de vender más, sino también de mejorar la eficiencia de tu negocio. A veces, un pequeño ajuste operativo puede tener un impacto significativo en tu rentabilidad.
  3. Entiende a tus clientes: Ofrece términos de pago que los incentiven a pagar más pronto que tarde. Una pequeña oferta o descuento a menudo puede acelerar un pago.

Finalmente, recuerda que la salud financiera de tu negocio es multifacética. Tener un alto nivel de ventas es genial, tener rentabilidad es aún mejor, pero sin un flujo de caja positivo, podrías encontrarte en problemas muy rápidamente.

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En definitiva, manejar un negocio no es solo una cuestión de pasión y esfuerzo, sino también de inteligencia financiera.

Entender y gestionar el flujo de caja y la rentabilidad son pilares fundamentales para garantizar la sustentabilidad y crecimiento de tu empresa. Mientras la rentabilidad te da una perspectiva de la eficiencia de tu negocio, el flujo de caja garantiza que tengas el «combustible» necesario para seguir operando día a día. No basta con solo tener buenos números en el papel; es esencial transformar esos números en estrategias y acciones tangibles. Tu éxito no solo radica en cuánto vendes, sino en cómo gestionas lo que ya has vendido.

«Porque, lanzarte al mundo de los negocios sin una estrategia clara es como intentar cruzar el océano en un barco sin brújula: por más viento a favor que tengas, acabarás perdido en alta mar.»

 

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